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Rocío Barneto tiene 23 años, es madrileña de pura cepa, diseñadora de interiores en teoría, y de accesorios en la práctica. Fan de las manualidades en general, y de todo lo que tenga que ver con agujas en particular. En su tiempo libre le gusta hacer crochet viendo una buena película con una taza de té bien caliente.
“Todo esto empezó cuando era pequeña, tendría 11 ó 12 años, vi un cuadro de punto de cruz en una revista, y me llamó tanto la atención que le pedí a mi madre que me comprase las madejas correspondientes. Supongo que ella estaría pensando qué iba a hacer yo con tanto hilo, pero conseguí hacer el cuadro (y me quedó bastante bien, lo tiene colgado en la cocina). Después de ese cuadro vino otro y otro y otro más. Hasta que el punto de cruz se convitió en puntadas, hilvanes, botones y cremalleras. Cuando era ya un poco más mayor, a mi madre le regalaron una máquina de coser, y por supuesto me lei las instrucciones de principio a fin hasta que aprendí a utilizarla.”
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